viernes, 9 de noviembre de 2007

Desarrollo-Tema:Expediciones Libertadoras al Alto Perú, El Paraguay, y La Banda Oriental








Mapa de Expedicion Libertadora al Perú






















Mapa de Expedición Libertadora al Paraguay






Mapa de Expedición Libertadora a la Banda Oriental














Expedición Libertadora del Perú




La Expedición Libertadora del Perú fue una fuerza patriota, organizada en
1820 por el gobierno de Chile, con elementos pertenecientes al Ejército Libertador de los Andes y al recientemente restaurado Ejército de Chile, cuyo objetivo era liberar al virreinato del Perú del dominio de la corona española. La expedición fue la continuación del plan de liberación que concibió el general José de San Martín para las colonias españolas del sur de América. Su principal impulsor y organizador fue el Libertador capitán general Bernardo O'Higgins, en conjunto con su gobierno. El mando de la fuerza recayó en el Libertador argentino general José de San Martín. Si bien San Martín proclamó la independencia, terminada esta campaña en el Perú, aún seguía parcialmente el dominio de la corona Eepañola.
.com



Antecedentes
En
1814 la Capitanía General de Chile fue reconquistada por la corona española, en el desastre de Rancagua, poniendo término al periodo denominado Patria Vieja, en el cual los patriotas chilenos habían gobernado los destinos de la colonia y concebido notables reformas al régimen colonial español. Posterior a dicho suceso, las tropas chilenas, junto a los personeros del gobierno, huyeron a Mendoza, donde fueron recibidas por el Gobernador de la provincia de Cuyo general José de San Martín, quien concibió en aquel momento un plan de liberación de las colonias sudamericanas del imperio español. Este plan consistiría en invadir Chile con un ejército conformado por los restos del Ejército de Chile, derrotado en Rancagua, y tropas argentinas. Luego de la invasión y liberación de Chile, por el ejército aliado, éste se embarcaría por mar rumbo al Perú para extinguir la presencia española en aquella región, dado que suponía una gran amenaza para la independencia de los demás países latinoamericanos.




Organización de la Expedición


La escuadra
El
12 de enero de 1817, el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón, nombró General en Jefe del Ejército de los Andes al general José de San Martín. San Martín y sus hombres, luego de cruzar la cordillera de los Andes e invadir Chile, derrotó a las tropas realistas españolas en la batalla de Chacabuco. Con esto, Chile quedó liberado parcialmente del dominio español y pudo empezar a constituirse como Estado soberano.
El fundador del
Estado de Chile, el Director Supremo Bernardo O'Higgins, luego del triunfo de Chacabuco, afirmó que aquel triunfo no sería gravitante sin obtener el dominio absoluto del mar. Desde aquel momento el gobernante se esmeró en dotar al naciente estado de una escuadra capaz de arrebatarle el dominio del mar a los españoles, y de conducir al Ejército Libertador hacia el virreinato del Perú. Como la naciente República no constaba con marinos con experiencia, el gobierno de Chile contrató a destacados marinos de la Real Armada Británica para que estos condujeran la naciente Armada, entre los cuales destacaron el Lord almirante Thomas Alexander Cochrane y el mayor Guillermo Miller.
Por otro lado, las
Provincias Unidas del Río de la Plata, que habían comprometido desde un principio su cooperación a la empresa, se hallaban en una situación de anarquía, impidiéndoles concretar lo prometido. Bajo estas circunstancias, Chile asumió la totalidad de los costos que representaba la empresa, y la responsabilidad de conseguir los dineros y buques necesarios para llevarla acabo. El gobierno de Bernardo O'Higgins envió emisarios a las principales potencias de la épocas, entre ellas Estados Unidos de América y Gran Bretaña, para que estas asistieran al naciente gobierno en el financiamiento de la empresa. Por parte de Gran Bretaña, Chile logró una serie de préstamos que le permitieron comprar y armar la escuadra.
De este modo, en [[{1818]], el Estado de Chile adquirió el navío inglés "Windham", el cual fue bautizado como "Lautaro". El mismo año la escuadra aumentó sus unidades. El
6 de julio, adquirió la corbeta "Coquimbo", que recibió el nombre de "Chacabuco".
Posteriormente se hizo compra del bergantín "Columbus", renombrado como "Araucano". En
Londres se adquirió el "Cumberland", bautizado como "San Martín". Por último, el gobierno de Buenos Aires envió el bergantín "Intrépido" y el "Lucy", el cual había sido adquirido por Chile. Estos buques capturaron una decena de naves españolas que permitieron conformar una poderosa escuadra bajo la bandera chilena.
Una vez que el dominio del mar fue asegurado por la escuadra, con una decena de actos como la
Toma de Valdivia, la escuadra estaba lista para transportar y proteger al ejército que liberaría el Perú.


El ejército expedicionario
Una vez que el
Senado de Chile aprobó la empresa libertadora, y otorgó el mando de ésta al general José de San Martín, las maestranzas de Santiago, dirigida por el coronel José Joaquín Prieto, y la de Valparaíso, comenzaron a fabricar piezas de artillería, fundir balas, confeccionar tarros de metralla y componer cañones y cureñas para el futuro ejército libertador.
Después de la victoria en la
batalla de Maipú, el gobierno de Buenos Aires ordenó a San Martín volver a Argentina con sus tropas para intervenir en la guerra civil que se vivía en aquél país. San Martín se opuso; no obstante, algunas de sus tropas cruzaron la cordillera. Así, en mayo de 1818, los restos del Ejército Libertador y tropas del recientemente restaurado Ejército de Chile se dirigieron a Quillota, donde se organizó su adiestramiento. El ejército logró contar con 5.000 efectivos, cifra que pronto quedó reducida, debido a enfermedades y deserciones. El 15 de junio de 1818, San Martín se despidió del Cabildo de Santiago para tomar mando efectivo de las tropas. Un mes después, el ejército estaba listo para partir rumbo al Perú.


Composición de la fuerza expedicionaria




Navíos y buques de la escuadra
La escuadra estaba compuesta por 25 naves, de las cuales 8 eran
navíos de guerra y 17 de transporte. Todos izaron en su mástil la bandera de Chile. El mando de la escuadra recayó en el vicealmirante Lord Thomas Alexander Cochrane. Las naves de guerra eran las siguientes:
Nombre
Tonelaje
Cañones
Comandante
Fragata "O'Higgins"
1.220 toneladas
50 cañones
Thomas Sackville Crosbie
Navío "San Martín"
1.350 toneladas
64 cañones
Guillermo Wilkinson
Fragata "Lautaro"
850 toneladas
50 cañones
Martín Jorge Guise
Corbeta "Independencia"
830 toneladas
28 cañones
Robert Forster
Bergantín "Galvarino"
398 toneladas
18 cañones
Juan Tooker Spry
Bergantín "Araucano"
270 toneladas
16 cañones
Tomás Carter
Bergantín "Pueyrredón"
220 toneladas
16 cañones
Comandante Casey
Goleta "Moctezuma"
200 toneladas
8 cañones
Comandante Casey





Composición del Ejército
La composición de los efectivos por origen nacional era en un 90%
chileno, 5% británico (marinería) y 5% cuyanas. Fue necesario extraer soldados para completar la marinería de la escuadra y unos 170 artilleros para proteger el puerto de Valparaíso. Con esto, el ejército quedó reducido a 4.118 soldados y 296 oficiales, distribuyéndolos en dos divisiones una llamada "De Chile" y otra "De Los Andes". En cuanto a los batallones, estos fueron los siguientes:
Cuerpos
Comandantes
Oficiales
Clase y soldados
Cuerpo de Artillería
teniente coronel José Manuel Borgoño
27
363
Batallón Nº 2
sargento mayor José Santiago Aldunate
30
600
Batallón Nº 4
teniente coronel Santiago Sánchez
28
651
Batallón Nº 5
coronel Mariano Larrazábal
20
324
Batallón Nº 7
coronel Pedro Conde
22
439
Batallón Nº 8
coronel Enrique Martínez
18
462
Batallón Nº 11
sargento mayor Román A. Dehesa
28
562
Regimiento de Granaderos a Caballo
coronel Rudecindo Alvarado
30
391
El General en Jefe del Ejército era el general José de San Martín, quien ostentaba el grado de
capitán general del Ejército de Chile. Iba como jefe del estado mayor, el general Juan Gregorio de Las Heras. La intendencia seguía a cargo de Juan Gregorio Lemos, que la desempeñaba desde 1816, y el parque, al del sargento mayor Luis Beltrán, el mismo fraile que lo había conducido en 1817, al cruzar la cordillera de Los Andes.




Operaciones




Zarpe
El
10 de agosto de 1820, se embarcó la carga y provisiones del ejército que liberaría al Perú. El 13 del mismo mes comenzaron a moverse los cuerpos desde Quillota hacia Valparaíso. En la mañana del 18, empezó el embarque. El "Araucano" y la "Minerva" izaron vela hacia Coquimbo para recoger un batallón de infantería que se había formado allí. Finalmente el 20 de agosto de 1820, día de San Bernardo y del cumpleaños del Director Supremo de la Nación general Bernardo O'Higgins Riquelme, zarpó a la mar una poderosa fuerza naval de 25 navíos con 6.030 almas a bordo, rumbo al Perú. A las 2 de la tarde, la "O'Higgins", enarbolando la insignia del vicealmirante Cochrane y seguida de la "Lautaro" y la "Galvarino", rompió la marcha. La retaguardia la cerraba el navío "San Martín", que llevaba a bordo al generalísimo de la expedición.




Desembarco del ejército en Pisco
A la altura de
Coquimbo, la fragata "O'Higgins" capturó al bergantín estadounidense "Warrior", que había sido enviado por el virrey Joaquín de la Pezuela para espiar al convoy patriota. Con esto se logró desbaratar el plan de espionaje del virrey y obtener información necesaria para el éxito del desembarco. Posteriormente, una vez en alta mar, el Generalísimo de la Expedición informó al jefe de la escuadra sus intenciones de desembarcar en Trujillo, al norte de Lima. El Lord Almirante, partidario de un ataque frontal sobre Lima, trató de convencer a San Martín de su propósito, pero éste finalmente solo accedió a uno de los requerimientos del Lord, desembarcar en la playa peruana de Paracas, cercana a la ciudad de Pisco.
Finalmente, en la mañana del
8 de septiembre de 1820, el Ejército Expedicionario desembarcó en la playa de Paracas, localidad cercana a la ciudad de Pisco. El desembarco demoró horas dado que se debió bajar una cantidad enorme de provisiones y pertrechos. Simultaneamente al desembarco, un pelotón de caballería realista, compuesto por 529 hombres al mando del coronel Manuel Quimper, huyó del lugar. El general San Martín ordena que un batallón de caballería e infantería desembarque y establezca una cabeza de puente en el lugar.
En la tarde, San Martín y sus tropas entran triunfante al pueblo y son aclamados por el pueblo. Inmediatamente se ofrecen voluntarios para el ejército, que portan las proclamas que meses antes había entregado Lord Cochrane clandestinamente por todos los puertos del
Perú.
San Martín establece su cuartel general en casa del centro del pueblo e inmediatamente redacta una proclama para el pueblo peruano.
“San Martín. Cuartel general del Ejército Libertador en Pisco. Septiembre 8 de 1820.
“Compatriotas: […]. El último
virrey del Perú hace esfuerzos para prolongar su decrépita autoridad […]. El tiempo de la impostura y del engaño, de la opresión y de la fuerza está ya lejos de nosotros, y sólo existe la historia de las calamidades pasadas. Yo vengo a acabar de poner término a esa época de dolor y humillación. Este es el voto del Ejército Libertador”.
Proclama del Libertador y General en Jefe de la Expedición Libertadora del Perú José de San Martín




Expedición Libertadora al Paraguay






Parte de
Guerra de la Independencia
Fecha
septiembre de 1810 - marzo de 1811
Lugar
Intendencia del Paraguay
Resultado
Armisticio entre patriotas y realistas
Beligerantes
Ejército Revolucionario
Ejército Realista
Comandantes
Manuel Belgrano
Bernardo de Velasco
Fuerzas en combate
660 hombres y fuerzas auxiliares
7.000 hombres y fuerzas auxiliares





La Expedición Libertadora al Paraguay fue una campaña militar emprendida por la
Primera Junta de Gobierno de Buenos Aires entre septiembre de 1810 y marzo de 1811, con el fin de instalar en el Paraguay un gobierno revolucionario amigo. Fue una de las tres expediciones militares enviadas por la Junta de Mayo para imponer su autoridad (las otras dos fueron la Expedición al Interior y la Expedición a la Banda Oriental), y si bien fracasó militarmente, sirvió como antecedente para la formación de un gobierno revolucionario en Asunción pocos meses después.




Antecedentes
A raíz de la delicada situación en España, que luchaba contra las tropas de
Napoleón, en Buenos Aires se formó en mayo de 1810 una Junta de Gobierno que depuso al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. La Junta de Buenos Aires aspiraba a gobernar el Virreinato del Río de la Plata hasta que se aclarase la situación en la Península Ibérica. Con ese motivo comunicó a las demás ciudades del Virreinato sus motivos para asumir el gobierno y solicitaba adhesión y el envío de diputados para la formación de un gobierno realmente representativo. La mayoría de las ciudades adhirieron al gobierno revolucionario, formándose así la [[Junta Grande]] en diciembre de 1810.
En Asunción, capital de la
Intendencia del Paraguay, se reunió el 24 de julio de 1810 un congreso de funcionarios y vecinos que resolvió no adherir al movimiento revolucionario porteño. Sin embargo, los paraguayos decidieron mantener el contacto con Buenos Aires a la espera de nuevas definiciones.
La Junta de Buenos Aires, como respuesta, cortó las comunicaciones con el Paraguay e incentivó la actuación de grupos paraguayos favorables a la revolución. El gobernador intendente, don Bernardo de Velasco y Huidobro, detuvo en septiembre de 1810 a varios ciudadanos del partido revolucionario y los envió a prisión. A continuación, fuerzas paraguayas incursionaron en territorio de las
Misiones. Cuando esta noticia llegó a Buenos Aires, la Junta decidió enviar una fuerza militar para apoyar al partido revolucionario paraguayo.




Se inicia la campaña




La formación del ejército
La Junta de Buenos Aires, en base a la información de agentes revolucionarios, creía que bastaría una pequeña fuerza para remover al gobierno realista de Asunción. Entonces, formó un improvisado ejército y destinó al abogado
Manuel Belgrano, vocal de la Junta, para comandarlo. Belgrano tomó el mando el 23 de septiembre, en el campamento de San Nicolás de los Arroyos, donde encontró solamente 160 hombres, en su mayoría provenientes de las milicias provinciales.




Avance en la Mesopotamia
El 25 de septiembre Belgrano inició la marcha, incorporando nuevas tropas en el camino. Siguiendo el curso del río
Paraná, el ejército revolucionario llegó a Santa Fe y Bajada (actual ciudad de Paraná). Desde allí inició la marcha por el interior de la Mesopotamia, pues la ciudad de Montevideo tampoco había adherido a la Revolución y poseía una flota de guerra que dominaba los ríos interiores.
En Asunción, el Gobernador Velasco tuvo noticias de la movilización de los porteños y ordenó reforzar los pasos sobre el río Paraná. Según cuenta Belgrano en sus Memorias, la flota de Montevideo patrullaba el río Uruguay, lo cual amenazaba las comunicaciones del ejército revolucionario. Sin embargo, la Junta de Buenos Aires ordenó que se mantuviera el plan inicial.





Acciones en la ribera del Paraná
Venciendo mil dificultades, Belgrano aumentó el número de sus fuerzas con milicianos de la región de Mesopotamia y dio órdenes para confundir a los paraguayos acerca de la dirección de su avance y del lugar por donde cruzaría el Paraná para entrar en Paraguay. Tras alcanzar Curuzú Cuatía llegó a Santa María de la Candelaria el 6 de diciembre. Desde allí dirigió un oficio al gobernador Velasco, al Cabildo y al obispo, pidiéndoles un acuerdo para evitar el derramamiento de sangre.
El capitán
Ignacio Warnes, secretario de Belgrano, llevó el parlamento, pero fue apresado por el jefe de un destacamento paraguayo apostado en la Villa de Concepción. Sin desanimarse, Belgrano envió un nuevo parlamento, esta vez destinado al comandante Pablo Thompson, jefe del destacamento que apresó a Warnes. Este concertó un armisticio local con Belgrano hasta que se conociera la decisión adoptada por Velasco respecto a la propuesta de armisticio general.
Pocos días después, soldados paraguayos cruzaron el Paraná e hicieron algunos disparos contra los revolucionarios. El 17 de diciembre Belgrano declaró rota la tregua concertada con Thompson, y se dispuso a cruzar a suelo paraguayo.
Aunque los paraguayos habían incendiado las embarcaciones surtas en el río para impedir el cruce, los revolucionarios consiguieron algunas balsas. Belgrano anunció a los paraguayos su intención de cruzar, simuló hacerlo al anochecer, y en la madrugada del 19 de diciembre envió una partida para despejar la costa norte.


Combate de Campichuelo
Una vez eliminado el puesto paraguayo que cubría la costa, cruzó el grueso del ejército revolucionario y en la mañana del 19 avanzó para tomar la posición fortificada de
Campichuelo, donde los paraguayos se apoyaban con tres piezas de artillería. Después de un breve combate, los defensores se replegaron y las fuerzas revolucionarias quedaron dueñas de la posición. Al mediodía los patriotas ocuparon sin lucha el pueblo de Itapúa, distante cuatro leguas de Campichuelo. Sin embargo, por falta de caballos y ante el mal estado de la tropa, Belgrano se vio obligado a detenerse en la posición conquistada durante seis días, perdiendo así la posibilidad de perseguir a los paraguayos y aumentar su confusión.


Avance contra Asunción


La defensa de Asunción
Ante la noticia de la derrota de Thompson en la defensa del Paraná, Velasco se dispuso a defender Asunción. Organizó un ejército de 7.000 hombres y situó su posición defensiva en el
río Paraguay, a 14 leguas de Asunción. Belgrano inició el avance hacia la capital paraguaya el 25 de diciembre, en medio de grandes privaciones. Los pobladores, contrariamente a lo que había dicho la Junta de Buenos Aires, no apoyaron al ejército revolucionario sino que huían de él. Ningún medio se dejó en la retirada para que aprovecharan los invasores que avanzaban.
El territorio paraguayo, igual que en la Mesopotamia, presentaba muchos ríos como obstáculo y un terreno muy desfavorable para el avance de un ejército, al mismo tiempo que favorecía a los defensores. Velasco había elegido como punto de resistencia el Paraguay, pues era una zona pantanosa y con ríos tributarios. Allí, en camino obligado hacia Asunción, situó su vanguardia de dos divisiones de caballería, 800 infantes y 16 piezas de artillería. Velasco en persona mandaba este contingente.
El 6 de enero de 1811 el ejército de Belgrano llegó a
Tebicuary y en los días siguientes sostuvo algunas escaramuzas con patrullas paraguayas. El 15 de enero el jefe revolucionario divisó a las tropas paraguayas que lo esperaban en Paraguay y se dispuso a atacarlas.


Batalla de Paraguay
Durante la noche del 15 Belgrano envió una vanguardia de 200 hombres y 2 piezas de artillería para sorprender a los paraguayos, pero el ataque no se realizó. Durante los dos siguientes ambos ejércitos se mantuvieron separados por apenas una legua, observándose mutuamente.
Belgrano envió varias proclamas a los paraguayos, invitándolos a pronunciarse por la revolución, pero Velasco ordenó que nadie guardara ninguno de los panfletos que se les habían enviado.
Belgrano resolvió atacar: si triunfaba, tendría abierto el camino a Asunción; si se veía derrotado, confiaba en poder replegarse sobre su base en el Paraná tras haber mostrado su fuerza y determinación. Tras ordenar que se oficiara Misa, ordenó el avance de sus dos divisiones, que sumaban 460 soldados. El avance se inició a las 3 de la mañana del 19 de enero y una hora después comenzó el combate entre estas tropas y los defensores paraguayos.
Hacia el amanecer la posición defensiva había sido tomada y los paraguayos huían hacia la iglesia de Paraguay, pero la indisciplina de las milicias revolucionarias, que se dedicaron al pillaje, permitió la reacción de los realistas que rodearon a la primera división. Los refuerzos enviados por Belgrano fueron confundidos con más tropas paraguayas, y la confusión hizo que los patriotas abandonaran el campo. Viéndolo todo perdido, Belgrano ordenó la retirada hacia el sur.


La reacción realista


Retirada de Belgrano
Belgrano retrocedió hasta Tebicuary, donde se le unieron algunas milicias de
Yapeyú. Según anota en sus Memorias, los paraguayos no lo persiguieron, y así pudo continuar su retirada hasta el poblado de Santa Rosa. Allí recibió noticias de que se agravaba la situación en la Banda Oriental, por lo cual la Junta le ordenaba concluir pronto la campaña de Paraguay para atender al nuevo teatro de operaciones. A su vez Belgrano pidió refuerzos y decidió detener la retirada en el río Tacuarí y resistir allí. Confiaba en mantener esa posición si Buenos Aires le mandaba los refuerzos pedidos.
Buenos Aires organizó una pequeña escuadra naval para remontar el Paraná y auxiliar a Belgrano. Esta flotilla, compuesta por la goleta "Invencible", el bergantín "25 de Mayo" y la balandra "Americana", fue atacada por la escuadra realista con base en Montevideo (combate naval de
San Nicolás) el 2 de marzo de 1811. Tras luchar varias horas, el jefe patriota, Juan Bautista Azopardo, rindió la flotilla a los realistas.


Batalla de Tacuarí
Los paraguayos avanzaron detrás de Belgrano aunque sin entablar una verdadera persecución. La vanguardia estaba al mando de Fulgencio Yegros, y operaba junto a una división mandada por el general Manuel Cabañas. En conjunto mandaban una fuerza de 2.000 hombres, a los cuales se sumó un refuerzo de tres piezas de artillería y 400 soldados más.
El 9 de marzo de 1811 los paraguayos, comandados por el general Cabañas, atacaron la posición patriota en Tacuarí. La artillería realista disparaba al frente, mientras sendas fuerzas envolvían los flancos. Belgrano envió fracciones a rechazar el envolvimiento mientras él comandaba la acción en el centro. La izquierda revolucionaria logró rechazar el ataque, pero el flanco derecho fue sobrepasado por el grueso del ejército paraguayo, mandado por el propio Cabañas. Este logró cercar la posición defensiva e intimó la rendición. Belgrano la rechazó pero envió un nuevo parlamentario, iniciándose así un proceso negociador cuya principal consecuencia fue la evacuación pacífica del Paraguay por parte de los revolucionarios en marzo de 1811.


Consecuencias
La expedición al Paraguay mostró que la Junta de Buenos Aires había cometido un error de apreciación al pretender imponer su autoridad por la fuerza: los paraguayos no ayudaron al ejército patriota y lucharon valerosamente, en contra de lo esperado por la Junta. Por otro lado, si bien el ejército de Belgrano era básicamente improvisado, demostró que la Revolución podía sostener un esfuerzo militar para defenderse y expandirse.
Otra consecuencia de suma importancia fue la acción propagandística de Belgrano. En su correspondencia con Cabañas a raíz de Tacuarí, el jefe patriota comenzó a inspirar en el general paraguayo las ideas revolucionarias. Esta propaganda se esparció en los principales jefes paraguayos y sirvió para que el 14 de mayo de 1811 estallara una revolución en Asunción, que formó una junta de gobierno. Los paraguayos enviaron emisarios a Buenos Aires para manifestarle su apoyo y luego propusieron formar una confederación de estados americanos. Buenos Aires y Asunción firmaron un tratado de paz y amistad el 12 de octubre de 1811.





Expedicion a La Banda Oriental



Año 1811 - Primera campaña




Objetivos
•Eliminar el centro de poder realista en la Banda Oriental, gobernada ya por el nuevo Virrey del Río de la Plata, Francisco Javier de Elío, quien no fue reconocido en Buenos Aires. •Anticiparse a la previsible intervención portuguesa en el territorio oriental.





La campaña
•En abril de 1811 el Coronel Belgrano, con las tropas que regresaban a sus órdenes del Paraguay, fue enviado a la Banda Oriental, como General en Jefe, en apoyo de los patriotas orientales levantados en armas el 28 de febrero de 1811. •Frente a Colonia, ubicó 800 hombres para neutralizar la guarnición realista. •Por medios diplomáticos, trató de evitar la intervención portuguesa. •El 22 de abril de 1811, en Buenos Aires, una Junta de Guerra, acordó sustituir a Belgrano por José Rondeau en el mando del ejército de la Banda Oriental. A su vez, nombró segundo jefe a Martín Galain, y Jefe de las Milicias Patrióticas al Teniente Coronel José Artigas. •18 de mayo: Combate de Las Piedras.
- Ejército patriota: Jefe de las fuerzas: José G. de Artigas. Efectivos: 1.000 hombres. - Ejército realista: Comandante: José de Posadas. Efectivos : 1.230 hombres. - Los realistas fueron derrotados al cabo de cinco horas de combate. Sus bajas sumaron, aproximadamente, 100 muertos, 80 heridos y 500 prisioneros. - Los patriotas tuvieron 70 muertos.
•1º de junio: Primer sitio de Montevideo •17 de julio: Los portugueses, con un ejército de 5.000 hombres al mando del General Diego de Souza, invadieron la Banda Oriental en apoyo de los realistas sitiados. •20 de octubre: Se firmó un tratado con el Virrey Elío, por el cual debían retirarse de la Banda Oriental, tanto los portugueses como las tropas argentinas. Este tratado no fue aceptado por Artigas, quien continuó la lucha. •Diciembre de 1811: Las tropas argentinas regresaron a Buenos Aires.


Segunda campaña - Año 1812
A raíz de que los portugueses no habían evacuado la Banda Oriental, tal como estaba acordado, el Gobierno de Buenos Aires dispuso una nueva intervención en dicha provincia, con un ejército al mando de Manuel de Sarratea como Capitán General de la provincia Oriental.


Objetivo
• Ocupar nuevamente la Banda Oriental, aprovechando la evacuación portuguesa, que se hizo efectiva a partir del 13 de julio, en cumplimiento de un nuevo tratado.


La campaña
•20 de octubre: Segundo sitio de Montevideo, a cargo del Jefe de la vanguardia patriota, Coronel José Rondeau. •31 de diciembre: Combate de El Cerrito. Una salida de los sitiados al mando del Capitán General Gaspar Vigodet -reemplazante de Elío-, tuvo un éxito inicial, pero finalmente fue rechazada por una enérgica reacción patriota, comandada personalmente por el General Rondeau. Los realistas tuvieron 100 muertos, 146 heridos y 30 prisioneros, mientras que los patriotas sufrieron 90 bajas entre muertos y heridos. A tales cifras deben sumarse, los 40 prisioneros que fueron tomados por los realistas en la primera parte de la acción.
Después del combate, y debido a desavenencias con Artigas, Sarratea entregó el mando a
Rondeau y regresó a Buenos Aires.


Tercera campaña
Para fines de 1813 quedaba claro que era imprescindible tomar Montevideo. Pero, Buenos Aires sabía que igualmente no tendría control sobre la Banda Oriental sin antes anular la influencia de
A principios de
1814 las tropas patriotas se alistaron para dar el último golpe a Montevideo. El ejército de Rondeau (ahora con 4.000 hombres) fue, en mayo, reforzado con 1.500 más. Luego Rondeau fue reemplazado por Carlos de Alvear como comandante del ejército en tierra.
Debido a que los españoles tenían superioridad naval, el gobierno de Buenos Aires dispuso la creación de una flota que quedó a cargo del irlandés
Guillermo Brown. Ésta constaba de 9 buques.
El
15 de marzo Brown toma la Isla Martín García comenzando las acciones navales, que finalizan el 17 de mayo con la destrucción del poder naval enemigo.
El
20 de junio de 1814 se rinde incondicionalmente Montevideo. Se toman 7.000 prisioneros y se apoderan de 9.000 fusiles, 500 piezas de artillería y 100 buques de diverso tipo.
Éste fue el fin de la dominación española en el Río de la Plata. Pero no terminaron los conflictos por la Banda Oriental. Ahora, viejos amigos se transformaban en enemigos. Mientras que Buenos Aires quería tener soberanía sobre estos territorios, Artigas se opuso rotundamente.
En junio de 1814 Artigas le exige a Alvear que entregue Montevideo. Alvear se opone, por ello se produjo una extrema tensión que derivó en guerra. Se producieron tres combates:
Batalla de las Piedras (25 de junio), Batalla de Marmarajá (6 de octubre) a favor de los argentinos y la Batalla de Guayabos (15 de enero de 1815) a favor de los artiguistas.
Luego de varias negociaciones diplomáticas, los argentinos, en febrero, abandonan Montevideo y la Banda Oriental. Más aún, Artigas no solo tomo el control de la Banda Oriental, sino que también influyó mucho en el litoral argentino.




Biografias

José de San Martín


José Francisco de San Martín y Matorras
25 de febrero de 1778 - 17 de agosto de 1850
Libertador de Argentina, Chile y Perú
Lugar de nacimiento
Yapeyú, Argentina
Lugar de defunción
Boulogne-sur-Mer, Francia
Servicio
Argentina, Chile y Perú
Rango
General de las Provincias Unidas del Rio de la Plata
Capitán General del Ejército de Chile
Protector del Perú
Mandos
Ejército del Norte
Ejército de los Andes Expedición Libertadora del Perú
Batallas / Guerras
Independencia de España
Independencia de Argentina Independencia de Chile Independencia del Perú





José de San Martín (Yapeyú, Argentina, 25 de febrero de 1778 - Boulogne-sur-Mer, Francia, 17 de agosto de 1850) fue un militar argentino cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de Argentina, Chile y el Perú. Junto con Simón Bolívar es considerado uno de los libertadores más importantes de Sudamérica durante la colonización española. En la Argentina tiene el título de Padre de la Patria y se le considera un héroe y prócer nacional. En el Perú se le reconoce como Libertador de aquel país y en Chile su ejército le reconoce el grado de Capitán General.

Su familia
José Francisco de San Martín nació en
Yapeyú, una ex misión jesuítica, situada a orillas del Río Uruguay en la Gobernación de las Misiones Guaraníes del Virreinato del Río de la Plata, en la actual Provincia de Corrientes, el 25 de febrero de 1778.
Su padre, don
Juan de San Martín y Gómez, había nacido en la Villa de Cervatos de la Cueza, en la provincia de Palencia, España, y era teniente gobernador del departamento. Sirvió como militar a la corona española y fue teniente gobernador de Yapeyú.
Su madre, doña Gregoria Matorras del Ser, era sobrina de un
conquistador del Chaco. Fue el menor de cinco hermanos: María Elena, Manuel Tadeo, Juan Fermín Rafael y Justo Rufino.


Viaje a España
En
1781, cuando San Martín tenía 3 años, la familia se trasladó de Yapeyú a Buenos Aires. Luego se mudaron a España, embarcando rumbo a Cádiz el 6 de diciembre de 1783. San Martín comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga en 1786. Allí aprendió latín, francés, castellano, alemán, baile, dibujo, poética, esgrima, retórica, matemática, historia y geografía.


Carrera militar
En
1789, a los once años de edad, comienza su carrera militar en el regimiento de Murcia, mientras estallaba la Revolución Francesa. Luchó en la campaña del norte de África combatiendo a los moros en Melilla y Orán. En 1797 es ascendido a subteniente por sus acciones en los Pirineos frente a los franceses 1793. En agosto de ese año su regimiento, que había participado en las batallas navales contra la flota inglesa en el Mediterráneo, se rindió.
Durante el período que sigue lucha, con el grado de capitán 2° de infantería ligera, en diferentes acciones en
Gibraltar y Cádiz.
En
1808 las tropas de Napoleón invaden la Península y el rey Fernando VII es hecho prisionero. Estalla la rebelión contra el emperador y contra su hermano José Bonaparte, que había sido proclamado Rey de España. Se establece una Junta Central de Gobierno que actúa primero en Sevilla y luego en Cádiz. San Martín es ascendido por la Junta al cargo de ayudante 1° del regimiento de Voluntarios de Campo Mayor. Distinguido por sus acciones contra los franceses, es ascendido a capitán del regimiento de Borbón. El ejército ataca y vence a los franceses en la Batalla de Bailén el 19 de julio de 1808, teniendo San Martín una actuación destacada.
Esta victoria permite al ejército de
Andalucía recuperar Madrid y es la primera derrota importante de las tropas de Napoleón. San Martín recibe el grado de teniente coronel y es condecorado con una medalla de oro. Continúa luchando contra los franceses en el ejército de los aliados: España, Portugal e Inglaterra. Combate a las órdenes del general Beresford en la batalla de Albuera. Conoce a Lord Macduff, noble escocés, que lo introduce a las logias secretas que conspiraban para conseguir la independencia de América del Sur. Ahí hace contacto por primera vez con círculos de liberales y revolucionarios, que simpatizaban con la lucha por la independencia americana.


Londres
En
1811 renuncia a su carrera militar en España. Por intermedio de Lord Macduff obtuvo un pasaporte para viajar a Inglaterra, partiendo el 14 de septiembre de ese año para residir en el número 23 de la calle Park Road en el distrito de Westminster, en Londres. Allí se encontró con compatriotas de la América española: Carlos María de Alvear, José Matías Zapiola, Andrés Bello y Tomás Guido, entre otros. Según algunos historiadores, aquellos formaban parte de la Gran Reunión Americana, sociedad de presuntas filiaciones masónicas, fundada por Francisco de Miranda quien, junto con Simón Bolívar, ya luchaba en América por la independencia de Venezuela. Hay quienes opinan que, ya dentro de la hermandad, se relacionó con políticos británicos que le hicieron conocer el Plan de Maitland, una estrategia para que América se liberara de España. Cabe destacar que esta teoría, aceptada en varios círculos, es rechazada en otros tantos.


Actuación en el Río de la Plata


Regreso a Buenos Aires
En enero de
1812 San Martín se embarcó hacia Buenos Aires en la fragata inglesa George Canning. Fue recibido por los miembros del Primer Triunvirato, quienes le reconocieron su grado de Teniente Coronel. El 16 de marzo le pidieron que creara un cuerpo de caballería, que llamó Regimiento de Granaderos a Caballo, para custodiar las costas del río Paraná. Durante el año 1812 se ocupó de instruir a la tropa en las modernas técnicas de combate que conocía por su extensa actuación europea contra los ejércitos de Napoleón.
En octubre de 1812, cuando llega la noticia de la victoria del
Ejército del Norte en la batalla de Tucumán, comandado por Manuel Belgrano, San Martín dirige en Buenos Aires un movimiento preparado por la Logia con el objeto de imponer a sus candidatos en el Triunvirato. Con la presión de los cuerpos armados y del pueblo, se nombra el Segundo Triunvirato constituido por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Se exige además llamar a una Asamblea Suprema, con delegados de todas las provincias, con el fin de declarar la independencia y dictar una constitución .
El
12 de noviembre de 1812, a los 34 años, contrajo matrimonio con María de los Remedios de Escalada, de 15 años.


Combate de San Lorenzo
Las costas del Paraná eran atacadas permanentemente por los realistas y San Martín se instaló con sus tropas en el convento de San Carlos, posta de San Lorenzo. El
3 de febrero de 1813 y ante el desembarco de 300 españoles, se libró en la zona el Combate de San Lorenzo.
Dado que existían aún sospechas sobre la fidelidad a la causa independentista por parte del recién llegado San Martín, él decidió avanzar al frente de la reducida tropa de granaderos a caballo, al estar así expuesto, su caballo fue mortalmente herido y San Martín, aprisionado bajo su cabalgadura, casi fue ultimado por un realista, salvándole la vida un soldado raso que antepuso su cuerpo, tal soldado (
Juan Bautista Cabral) fue el que recibió el bayonetazo, tras esto San Martín le ascendió post mortem, con lo que es actualmente conocido como el sargento Cabral.
Esta batalla, que por la cantidad de combatientes de ambos bandos podría parecer secundaria, permitió alejar para siempre a la flotas realistas que merodeaban por el río Paraná, saqueando las poblaciones.


Ejército del Norte


José de San Martín
General en Jefe del Ejército del Norte
Período
30 de enero de 181420 de abril de 1814
• Predecesor
Manuel Belgrano
• Sucesor
José Rondeau


Luego de esta victoria, San Martín fue designado para hacerse cargo del Ejército del Norte, donde debió reemplazar al General Manuel Belgrano, según la tradición el encuentro entre los dos próceres se efectuó en la salteña posta de Yatasto, este hecho es conocido como "El abrazo de Yatasto". Desde su reciente cargo de Mayor General del Ejército Auxiliar del Perú debía reorganizar un ejército deshecho por las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Al poco tiempo de encontrarse San Martín en Tucumán, se dio cuenta que era imposible llegar por el camino del Alto Perú hasta Lima, que en ese momento era el centro del poder realista. Cada vez que un ejército realista descendía del altiplano hacia los valles de la provincia de Salta era derrotado, y cada vez que un ejercito patriota ingresaba en el Alto Perú, era también aniquilado.
Fue entonces que el General concibió la idea, que luego realizaría con éxito, de cruzar la cordillera y atacar la ciudad de Lima por mar. Para mantener segura la frontera del norte bastaban las tropas irregulares salteñas al mando del general
Martín Miguel de Güemes, a quien encargó la defensa de la frontera norte y comenzó a preparar una futura estrategia militar.
Dejó brevemente el mando del ejército al general
Francisco Fernández de la Cruz, retirándose a Saldán, provincia de Córdoba, para reponerse de una úlcera estomacal. Allí mantendría conversaciones con su amigo Tomás Guido, en las que lo convencería de la necesidad de independizar la región desde Chile.


Gobernador de Cuyo


José de San Martín
Gobernador Intendente de Cuyo
Período
12 de septiembre de 181420 de diciembre de 1816
• Predecesor
Marcos Balcarce
• Sucesor
Toribio de Luzuriaga




En 1814 el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas lo nombró Gobernador de Cuyo, con sede en Mendoza. Para entonces, su plan ya estaba terminado y aprobado, y a partir de ese momento San Martín comenzó los preparativos para la campaña al Perú.
Al poco tiempo de asumir, llegó allí el coronel
Juan Gregorio de Las Heras, que había comandado fuerzas argentinas en Chile, y que se había retirado por las desinteligencias de los patriotas. Lo envió de regreso, para intentar ayudar a los patriotas chilenos contra la ofensiva realista, pero éste llegó poco después del desastre de Rancagua, en el que se perdió la independencia chilena. Sólo alcanzó a proteger el cruce hacia Mendoza de miles de refugiados chilenos.
Los chilenos venían divididos en dos bandos irreconciliables, los conservadores bajo el mando de
Bernardo O'Higgins, y los liberales bajo el de José Miguel Carrera[2] . San Martín decidió que debía tomar partido rápidamente, y se decidió por O'Higgins. Carrera fue arrestado y luego expulsado de Mendoza.
El plan de San Martín había sido pensado para llevarlo a cabo desde un Chile patriota. Pero San Martín tomó la decisión de seguir adelante, sólo que primero tendría que liberar Chile.
El 23 de agosto de
1816 nació en Mendoza su única hija, Mercedes Tomasa, quien lo acompañaría en el exilio.
A pesar de la oposición del nuevo director supremo,
Carlos María de Alvear, a quien había conocido en Cádiz y que lo había acompañado hasta entonces, se dedicó a organizar el Ejército de los Andes. Reunió en un solo ejército a los refugiados chilenos, a las milicias locales de Cuyo, gran cantidad de voluntarios de su provincia, y varios oficiales del Ejército del Norte. También pidió y obtuvo que los batallones del Regimiento de Granaderos a Caballo, desperdigados por todo el país, le fueran enviados a Cuyo.
Como el director Alvear intentara someterlo a su autoridad, le envió su renuncia. Alvear envió a reemplazarlo al coronel Perdriel, pero los mendocinos lo rechazaron airadamente, de modo que San Martín fue confirmado como gobernador por elección popular.
El 20 de mayo de
1816, Tomás Guido presentaría un documento, su célebre "Memoria", al Director Supremo de aquel entonces, Juan Martín de Pueyrredón, en el que exponía con detalles el plan. Pueyrredón aprobaría y mandaría a ejecutar dicho plan.
Cuando se formó el
Congreso de Tucumán, presionó a los diputados cuyanos para declarar la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, objetivo conseguido el 9 de julio de 1816.
Para financiar su campaña, además de los cuantiosos aportes de Pueyrredón, obligó a pagar "contribuciones obligatorias” para todos los comerciantes y hacendados. A cambio se les extendía un vale, para cobrarlo cuando las circunstancias lo permitan. Y confiscó los bienes de todos los españoles que no se destacaran en la ayuda a su causa. Formó un gran campamento militar en
El Plumerillo, en el noroeste de Mendoza. Allí formó a sus soldados y oficiales, fabricó armas (sables, fusiles, cañones, municiones y pólvora) y uniformes. Tuvo que ocuparse de engordar mulas y caballos, y fabricar y colocarles herraduras. El jefe de sus talleres, fray Luis Beltrán, inventó un sistema de poleas para pasar los precipicios con los cañones y otro de puentes colgante, ambos transportables. La sanidad del ejército estaba en manos del cirujano inglés James Paroissien. El coronel José Álvarez Condarco se encargó de realizar los planos de los distintos cruces de la Cordillera de los Andes.
Antes de iniciar la marcha, reunió a los caciques
mapuches y les pidió permiso para invadir Chile a través de sus tierras. Alguno de estos caciques le hizo confidencias de esto al gobernador realista en Chile, Francisco Marcó del Pont, por lo que éste creyó que el grueso del ataque sería por el sur, lo que le llevó a dividir sus fuerzas.
Contrariamente a lo pretendido por Pueyrredón y los demás unitarios entró en correspondencia con
José Gervasio Artigas y dedicó el esfuerzo bélico a las campañas emancipadoras en Chile y en Perú. Por este motivo los unitarios llegaron a acusarle de "traidor".


Expedición Libertadora a Chile
El
Monumento al Ejército de Los Andes, en el Cerro de la Gloria, en la ciudad de Mendoza, inaugurado el 12 de febrero de 1914 al conmemorarse el nonagésimo séptimo aniversario de la Batalla de Chacabuco

El Cruce de Los Andes




El 12 de enero de 1817 se inició el Cruce de los Andes en dirección a Chile. El Ejército de los Andes fue uno de los dos grandes cuerpos militares que la provincia de Cuyo desplegó en la Guerra de Independencia Hispanoamericana; contó inicialmente con 4.000 hombres y 1.200 milicianos de tropa de auxilio para conducción de víveres y municiones.
El Ejército se dividió en
seis columnas: cuatro secundarias, cuyo objetivo era distraer a las fuerzas enemigas y provocar movimientos favorables a la Revolución en zonas alejadas de la capital, Santiago de Chile, entre ellas la dirigida por Ramón Freire hacia Chillán, que llegó unos días antes que las demás y convenció al gobernador realista que el ataque principal sería por el sur.
Las dos columnas principales, que concentraban el grueso del Ejército, eran comandadas por el
capitán general San Martín. Para acometer contra las tropas realistas asentadas en el actual territorio chileno, la primera debía atravesar la Codillera por el paso de Los Patos, al mando del general O'Higgins. La segunda columna estaba bajo el mando del general Las Heras, y debía marchar por el paso de Uspallata (actual Paso de la Cumbre), conduciendo todo el parque y la artillería, cuyo transporte era considerado imposible por el camino más escabroso de Los Patos.
Las dos debían reunirse en el valle del
Aconcagua, mientras que efectivos menores dispersaban las fuerzas enemigas, induciéndolas a engaño respecto del avance de la agrupación principal.
Las dos columnas principales estaba formadas por 3.500 soldados, cien baqueanos, mil caballos, diez mil mulas (de las que llegaron cuatro mil), treinta cañones, casi un millón de cartuchos de fusil, varias toneladas de pólvora, y alimento para todos los hombres y animales para un mes de marcha.
El cruce fue verdaderamente épico: no sólo cruzaron una de las cadenas montañosas más altas del mundo (Las Heras registró que cruzó el
paso de la Cumbre, de 3.500 metros, ¡a las tres de la mañana!), sino que lo hicieron por un desierto que en parte no tenía siquiera agua. El único medio día de descanso que tuvieron fue durante una tormenta de granizo que los obligó a detenerse.
Varias pequeñas batallas jalonaron el avance:
Potrerillos, Achupallas y Las Coimas.


La Independencia de Chile


José de San Martín
General en Jefe del Ejército de Chile
Período
12 de febrero de 181720 de julio de 1820
• Predecesor
José Miguel Carrera
• Sucesor
Bernardo O´Higgins


Las fuerzas de Las Heras, de O’Higgins y de Soler se reunieron el 8 de febrero en el Campamento de Curimón. Ante las noticias del avance del jefe realista, Coronel Rafael Maroto, hacia las casas de Chacabuco, San Martín ordenó el avance y el 12 de febrero se libró la Batalla de Chacabuco. El Ejército de Los Andes obtuvo la victoria sobre los realistas, y hubo 500 muertos y 600 prisioneros. Los patriotas tuvieron que lamentar sólo 12 bajas.
El gobernador
Casimiro Marcó del Pont huyó hacia el sur, pero fue capturado por el capitán José Félix Aldao, de larga trayectoria posterior.
El
18 de febrero se convocó a un Cabildo Abierto que propuso a San Martín como Director Supremo de la naciente república, pero éste rechazó el ofrecimiento para evitar sospechas sobre un posible avasallamiento de la Provincias Unidas del Río de la Plata sobre la autonomía de Chile . Dos días después el cabildo nombra finalmente a O'Higgins como director supremo, designación que San Martín avaló.
Días después, San Martín ordenó a Las Heras que persiguiera a los realistas hasta
Concepción, pero éste no pudo impedir que se atrincheraran en Talcahuano. O’Higgins intentó capturar esa fortaleza, pero fue completamente vencido. Y para peor, pronto llegaron refuerzos desde Perú para los realistas, al mando del ex gobernador Mariano Osorio.
Mientras tanto, San Martín viajó a Buenos Aires, a pedir más colaboración a Pueyrredón, que debería también formar una escuadra. A su regreso ordenó a sus hombres replegarse hacia el norte, reuniendo unos 8.000 hombres en las afueras de
Talca. Allí se produjo el 19 de marzo de 1818 la batalla o sorpresa de Cancha Rayada, donde el ejército unido bajo las órdenes de San Martín fue derrotado cuando realizaba una maniobra nocturna para evitar un inminente ataque. En la oscuridad se generó una gran confusión, ya que tanto realistas como patriotas equivocaron sus posiciones, aquéllos por desconocer el traslado de tropas ordenado por San Martín, éstos por no haberlo completado. Los españoles perdieron 300 hombres, pero quedaron dueños del campo y capturaron el parque, fusiles y 26 cañones (lo que les levantó mucho la moral). Los patriotas tuvieron 120 bajas, pero la división a cargo de Las Heras emprendió una retirada ordenada sustrayéndose a la lucha. Así se pudo encolumnar y salvar sus efectivos y su parque de artillería.
La desmoralización hizo su esperado efecto en Santiago, y muchos patriotas escribieron a Osorio pidiendo clemencia, mientras otros huían (entre ellos
Bernardo de Monteagudo). Pero San Martín no se dio por vencido, y pronto estaba listo para luchar nuevamente, especialmente gracias a fray Luis Beltrán, que fabricó decenas de miles de balas en pocos días. Y esperó a Osorio en los llanos del río Maipo.
El
5 de abril se vuelven a enfrentar en la batalla de Maipú. Esta batalla se desarrolló en tres etapas. Primero, San Martín decidió desplazar a las fuerzas patriotas linealmente, para atacar a los realistas alineados en la parte alta de una lomada. Formaron un triángulo para atacar con la caballería, la artillería y la caballería chilena y patriota por el sur. Osorio impulsó sus fuerzas por la derecha, pero la izquierda cedió por completo. El ejército realista debió retroceder en desorden, los granaderos persiguieron al galope a las últimas fracciones que se retiraban. El adversario dejaba en el campo de batalla 2.000 cadáveres, cerca de 2.500 prisioneros, todo su armamento y material de guerra. El general O'Higgins, herido durante la batalla, se acercó sin embargo montado en su caballo para abrazar a San Martín. Muchos han relatado esta escena con honda emoción. La victoria de Maipú pasa a la historia como una gran batalla a partir de una maniobra extraordinaria. El parte de la victoria dice así: Acabamos de ganar completamente la acción. Nuestra caballería los persigue hasta concluirlos. La patria es libre, abril de 1818. San Martín.
El gobierno de Chile lo premia con una vajilla de plata y 6.000 pesos, pero el Libertador rechazó ambos regalos diciendo: No estamos en tiempos para tanto lujo.
Con la batalla de Maipú se obtiene definitivamente la victoria sobre las tropas realistas asegurando finalmente la independencia de Chile.
Sin embargo, el Libertador tuvo opositores locales, como los hermanos Carrera, líderes de un sector opositor a O'Higgins, que comenzaron a conspirar. El complot fue descubierto,
Juan José y Luis Carrera fueron arrestados, y José Miguel huyó a la Banda Oriental. Poco antes de Maipú, Juan José y Luis Carrera fueron fusilados en Mendoza por orden de Bernardo de Monteagudo, que poco después volvería a Chile y asesinaría también a Manuel Rodríguez. Desde entonces, Carrera intentaría volver a su país para declarar a traidor a O’Higgins, juzgar a San Martín como criminal y fusilar a sus seguidores.


Preparativos para una nueva campaña
Luego de la emancipación chilena San Martín se trasladó a Buenos Aires para obtener del gobierno un empréstito que permitiera costear los gastos de la
Expedición Libertadora del Perú. Pueyrredón le prometió 500.000 pesos pero luego hubo dificultades para cumplir la promesa debido a las luchas internas entre Buenos Aires y los caudillos federales. Entonces San Martín renunció a la jefatura del ejército. Ante este hecho, el Directorio envió a San Martín 200.000 pesos, y junto a la ayuda financiera obtenida de O'Higgins, ambos lograron armar una escuadra, prácticamente comprada en Gran Bretaña, al mando de Alexander Cochrane.
El gobierno de Chile determinó que San Martín sería el comandante en jefe de la expedición, que navegaría bajo bandera chilena. Finalmente San Martín fue designado Brigadier del
Ejército de Chile, y posteriormente, Capitán General del mismo.
Cuando se disponía a reanudar la campaña al Perú recibió la orden del
Directorio de marchar hacia el Litoral argentino con su ejército para combatir a los federales de Santa Fe y Entre Ríos. San Martín se negó de plano, y ante la insistencia respondió con el silencio. En febrero de 1820, la victoria del partido federal provocó la caída del Directorio de las Provincias Unidas, quedando el país sin gobierno central . Esta situación dejó sin respaldo legal su autoridad, por lo que renunció frente a los oficiales argentinos; pero éstos, dirigidos por el coronel Enrique Martínez, rechazaron su renuncia.
Finalmente, el
20 de agosto de 1820 partía San Martín junto a la expedición desde Valparaíso hacia el Perú. La expedición estaba constituida por alrededor de 4.500 hombres, pertenecientes al Ejército Libertador de los Andes y al Ejército de Chile, de los cuales 1.600 eran marinos. Se embarcaron en ocho navíos de guerra y dieciséis transportes. Tanto entre los soldados como entre los marinos había una amplia mayoría de chilenos, pero la mayor parte de los oficiales de tierra eran argentinos, mientras que los jefes navales eran ingleses.


Independencia y Protectorado del Perú


José de San Martín
Protector del Perú
Período
28 de julio de 182120 de septiembre de 1822
• Predecesor
ninguno
• Sucesor
Simón Bolívar


El 8 de septiembre, el General y su ejército desembarcan en el puerto de Pisco haciendo retroceder al ejército realista, que se repliega a la zona de Sierra.
El virrey Pezuela, jefe del ejército realista, tenía bajo su mando a unos 20.000 soldados, distribuidos por todo el virreinato, de los cuales la mayor parte defendía
Lima; tratando de ganar tiempo para reunir a todos los soldados, plantea una salida diplomática al conflicto, que finalmente no llegó a ningún acuerdo aceptable para San Martín. Éste envía inmediatamente una división al mando del general Juan Antonio Álvarez de Arenales hacia Lima, por la ruta de la sierra, para propiciar la insurrección de las poblaciones a lo largo de su trayecto. San Martín sigue con la flota y en los primeros días de noviembre desembarca en la localidad de Huacho, donde fortifica su posición e inicia su estrategia para sitiar definitivamente Lima.
El
29 de enero de 1821 se sublevan altos oficiales realistas contra el virrey Pezuela, quien es derrocado y sustituido por el general José de La Serna, que será nombrado virrey del Perú por la corona. El nuevo virrey propone a San Martín nuevas negociaciones diplomáticas, las cuales finalmente fracasan debido a que la propuesta definitiva del General era la independencia del Perú. El sitio de Lima se prolongó por algunos meses y en el mes de marzo arribó al Perú el capitán Manuel Abreu, enviado por el rey de España como emisario pacificador, sin ninguna consecuencia favorable para los independentistas. San Martín decide iniciar una nueva estrategia y envía dos ejércitos, uno al mando del general Guillermo Miller, para desembarcar en las costas del sur y otra al mando del general Arenales, hacia a la sierra.
San Martín deja Huacho y desembarca en Ancón, estrechando el cerco a Lima. A la vez, inicia negociaciones de paz, que se realizan en la hacienda de Punchauca, cerca de Lima, a fines de abril, mediante sus delegados Guido, García del Río y José Ignacio de la Rosa y los del virrey La Serna, Abreu, Manuel de Llano y Mariano Galdiano. Las negociaciones fracasan nuevamente. El alzamiento del regimiento realista
Numancia -integrado por venezolanos- a favor de la independencia, le abre las puertas de Lima a San Martín, obligando a La Serna a abandonar la ciudad el 5 de julio, internándose en la sierra.


Gobierno en Perú
San Martín ocupa Lima y reúne a Cabildo Abierto el
15 de julio. El día 28 San Martín declara la independencia y es nombrado Protector del Perú con autoridad civil y militar. Ese mismo año fundó la Biblioteca Nacional del Perú a la cual donó su colección personal de libros y creó la Orden El Sol del Perú. Gobierna el Perú desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822.
Durante su protectorado recibe una carta del general
Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar, para la campaña en Ecuador en el que reclama al batallón Numancia, unidad formada en Venezuela en 1813 y enviada al Perú en 1816 por Pablo Morillo, compuesta de venezolanos y neogranadinos que deseaban volver a Colombia. San Martín se niega a perder la excelente unidad y en su lugar envía la división de Andrés de Santa Cruz, en su mayoría compuesto por tropas inexpertas, que participan en las batallas de Riobamba y Pichincha. Entre los días 26 y 27 de julio de 1822 se realiza la Entrevista de Guayaquil, donde se reúne con Bolívar, teniendo como tema principal la liberación del Perú, principal baluarte realista en Sudamérica, cediendo a éste la iniciativa y conducción de la campaña libertadora. Poco después decide retirarse de todos los cargos y volver a su país.


El retiro
Vuelto a Mendoza en enero de
1824, pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma. Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad. Su apoyo a los caudillos del Interior y la desobediencia a una orden que había recibido del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios quisieran someterlo a juicio.
No obstante, como la salud de su esposa empeoraba, decidió viajar a Buenos Aires, donde a su llegada ya ella había fallecido, el 3 de agosto de 1823. La lápida de su sepultura, que aún puede leerse en el Cementerio de la Recoleta, reza: "Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín."
Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador. Desalentado por las luchas internas entre
unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija, quien había estado al cuidado de su abuela. El 10 de febrero de 1824 partió hacia el puerto de El Havre, Francia. Tenía 45 años y era Generalísimo del Perú, Capitán General de la República de Chile y General de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Luego de un breve período en Escocia, se instalaron en Bruselas y poco después en París. Su única obsesión era la educación de su hija Mercedes. En 1825 redactó las Máximas para Merceditas, donde sintetizaba sus ideales educativos.
Ofreció sus servicios a las autoridades argentinas con motivo de la
guerra con Brasil, sólo después de la renuncia de su despreciado enemigo Rivadavia a la presidencia; pero la guerra ya había prácticamente terminado.
En marzo de
1829 intentó regresar a Buenos Aires, aunque no llegó a desembarcar: al saber que había vuelto a estallar la guerra civil, permaneció a bordo de incógnito, aunque fue descubierto. El general Juan Lavalle, antiguo subordinado suyo, había derrocado y fusilado al gobernador Manuel Dorrego, pero ante la imposibilidad de vencer en la contienda, le ofreció la gobernación de la provincia de Buenos Aires. San Martín juzgó que la situación a que había llevado el enfrentamiento sólo se resolvería por la destrucción de uno de los dos partidos. Entonces, respondió a Lavalle que
el General San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos
Luego se trasladó a
Montevideo, donde permaneció tres meses, para finalmente volver a Europa.
Durante los años en que duró su exilio, San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos Aires, tratando de interiorizarse de lo que sucedía en su país. En
1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París. Por esos años tiene lugar su afortunado encuentro con su ex compañero de armas, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas, quien, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus menores hijos, con una generosa paga. Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su amigo y a la venta de las fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y el de Perú, San Martín se mudó a una casa que compró en Grand Bourg.
Recibió la visita de varios personajes argentinos, en general jóvenes románticos y liberales, exiliados de su país, como Juan Bautista Alberdi (en 1843) y Domingo Faustino Sarmiento, (entre 1845 y 1848), que viajó a Europa por encargo del gobierno de Chile y se encontró con San Martín en Grand Bourg en varias oportunidades. Hasta sus últimos años mantuvo correspondencia con su gran amigo Tomás Guido, quien le mantenía informado sobre la situación política en Argentina y América.


Sus restos
En 1861 sus restos fueron trasladados a la bóveda de la familia González Balcarce, ubicada en el cementerio de Brunoy, Francia. Posteriormente hubo varios intentos de repatriarlos. Durante la presidencia de
Nicolás Avellaneda se creó la Comisión encargada de la repatriación de los restos del Libertador, hecho que finalmente se produjo el 28 de mayo de 1880.
Una teoría sostiene que la
Iglesia Católica se habría opuesto a que se depositaran sus restos en la Catedral de la ciudad de Buenos Aires, frente a la Plaza de Mayo, que es donde descansan actualmente. Según la versión, la Iglesia Católica, apoyándose en los cánones apostólicos romanos y en virtud de la supuesta filiación masónica del General San Martín no podría consentir la petición, pues la Iglesia sancionaba la pertenencia a la masonería con la excomunión. Por este motivo no podría ser alojado en un templo consagrado. Tras largas negociaciones se habría alcanzado un acuerdo, en virtud del cual el féretro descansa en un mausoleo fuera de la planta principal de la Catedral, e inclinado con su cabeza hacia abajo, como símbolo de una supuesta condena infernal a la que estarían expuestos los masones según la iglesia. Esta teoría ha sido negada por importantes autoridades sobre el tema, tal es el caso de Jorge Estol, presidente del Instituto Sanmartiniano, que al respecto de la inclinación que presenta el cajón ha dicho que: “El espacio fue construido con menor espacio al que correspondía y cuando llegó el ataúd desde Francia, que tenía doble cobertura, no pudo ser acostado totalmente por un simple error de cálculo”
Reconocido como Libertador de tres naciones, los americanos recuerdan y recordarán siempre de él, lo que está escrito en su tumba: "Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador."




Manuel Belgrano




Manuel José Joaquín del Sagrado Corazón de Jesús Belgrano
3 de junio de 1770 - 20 de junio de 1820
Intelectual, abogado, político y general argentino
Lugar de nacimiento
Buenos Aires, Argentina
Lugar de defunción
Buenos Aires, Argentina
Servicio
Argentina
Batallas / Guerras
Independencia de Argentina


Manuel Belgrano (Buenos Aires, 3 de junio de 1770- 20 de junio de 1820) fue un intelectual, abogado, político y militar argentino luchador de la guerra de la Independencia y creador de la bandera argentina.

Vida
Manuel José Joaquín del Sagrado Corazón de Jesús Belgrano era criollo de padre de origen italiano. Su padre, Domenico, era oriundo de
Oneglia, en Liguria, tenía como apellido primero el de Peri —que castellanizó luego como Pérez—, aunque adoptó luego el apellido Belgrano, según la tradición porque producía excelente trigo. Su madre María Josefa González Casero era nacida en la ciudad de Santiago del Estero.
Entre
1786 y 1793 estudió Derecho en las universidades de Salamanca y Valladolid, donde se graduó con medalla de oro a los 18 años de edad en la Cancillería de Valladolid, dedicando especial atención a la economía política por tal motivo en Salamanca fue el primer presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política. Fue uno de los próceres más católicos y gracias a su excelente desempeño en las letras consiguió un permiso especial del Vaticano para leer y retener algunos textos prohibidos por la Iglesia en ese tiempo. Allí, por su cuenta, leyó a Rousseau, Diderot, Voltaire, Montesquieu, en el territorio rioplatense quizás a través de su primo Juan José Castelli se interesó por el pensamiento de Francisco Suárez quien declaraba que el poder de los gobiernos deviene de los pueblos; siguió los acontecimientos de la Revolución Francesa de 1789, que le influyeron hasta el punto de hacerle adoptar, como a José de San Martín, el ideario liberal de finales del siglo XVIII. Regresó al Río de la Plata al ser nombrado Secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires (1794-1810).
Durante su labor como Secretario, fundó la
Escuela de Náutica y la Academia de Geometría y Dibujo. Belgrano, a través del Consulado, también abogó por la creación de la Escuela de Comercio y la de Arquitectura y Perspectiva. Belgrano es, sin duda, uno de los próceres que más énfasis puso en impulsar la educación (Este tema se desarrolla más adelante en este artículo, en la sección Manuel Belgrano y la educación).
Se opuso abiertamente a las
invasiones inglesas, ya que declaró no querer cambiar un amo por otro, sino la libertad de su patria, cita: "Queremos al antiguo amo o a ninguno", por tal motivo combatió con el grado de capitán, destacándose en la defensa de la zona del Riachuelo (1806). Tras ser derrotados los invasores, ganado por las ideas independentistas Belgrano empezó su actividad en pro de la independencia y contra la dominación española. Su actividad se acendró desde que en 1809 llegaron noticias de que la antigua metrópoli había sido ocupada por el ejército francés. Fue uno de los principales dirigentes de la insurrección que estalló en 1810, y que se transformó en la Revolución de Mayo, formando parte de la Junta que se constituyó en Buenos Aires, llamada la Primera Junta, embrión de un gobierno argentino.
En los días iniciales de la revolución editó y fue director del periódico llamado
El Correo de Comercio, en el cual, entre otras frases expresó:
Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es solo para los ricos.
Aunque no era militar profesional, fue nombrado general al mando del ejército libertador del
Paraguay. Dice al respecto en su autobiografía: "Me hallaba de vocal de la Junta Provisoria cuando en el mes de agosto de 1810, se determinó mandar una expedición al Paraguay. La Junta puso las miras en mí para mandarme con la expedición auxiliadora, como representante y general en jefe de ella; admití porque no se creyese que repugnaba los riesgos, que sólo quería disfrutar de la Capital, y también porque entreveía una semilla de desunión entre los vocales mismos, que yo no podía atajar, y deseaba hallarme en un servicio activo, sin embargo de que mis conocimientos militares eran muy cortos".
En sus campañas militares llamó la atención su frugalidad y su modo de vida equiparable al de un soldado raso.
Al mando de un escasísimo y bisoño ejército, en el cual hicieron sus primeras armas los asuncenos
José Espínola, Narciso Flores, Félix Bogado y José Machain, logró liberar la Mesopotamia argentina, fundando las actuales ciudades de Curuzú Cuatiá y Mandisovy (actual Federación) como antemurales contra las invasiones brasileñas, ya en territorio paraguayo logró una primera victoria sobre los realistas en la batalla de Campichuelo, pero resultó derrotado por tropas muy superiores numéricamente en la batalla de Paraguarí y en la batalla de Tacuarí. Estas derrotas, en 1811, significaron un revés para el intento de mantener a Paraguay unido a Argentina, aunque logró influir efectiva y eficazmente en la emancipación de dicho territorio, a tal punto que en 1812 firmó con el nuevo estado un tratado de Confederación, que no pudo concretarse entonces. Es en esa época que redacta los "Reglamentos para las provincias de Misiones", cuerpo legislativo que es precedente para la Constitución Nacional argentina.
Después del fracaso de la expedición al Paraguay, la Junta de Buenos Aires le inició una causa el 6 de junio de 1811, aunque no había un cargo concreto hacia él, sino una "petición del pueblo" para que se hiciesen los cargos a que hubiese lugar. Se convocó entonces tanto al pueblo de Buenos Aires como a la milicia de la
Banda Oriental para que declararan contra el general. Sin embargo, no solo nadie se presentó, si no que los oficiales que actuaron en la campaña al Paraguay manifestaron en un documento no tener quejas y defendieron su sacrificio patriótico y heroico valor. El tribunal llamó a declarar a algunos militares, quienes manifestaron la conducta de Belgrano fue intachable. Finalmente el gobierno resolvió el 9 de agosto de 1811 absolverlo y emitir el veredicto en la Gazeta de Buenos Ayres:
...se declara que el general don Manuel Belgrano se ha conducido en el mando de aquel ejército con un valor, celo y consistencia digno del reconocimiento de la patria...
A partir de la
Segunda expedición libertadora al Alto Perú puesto a cargo del Ejército del Norte, lideró el Éxodo jujeño (en realidad, éxodo jujeño y tarijeño). Venció en las decisivas batallas de Tucumán (1812) y Salta (1813), que salvaguardaron la independencia argentina al contener la contraofensiva realista lanzada desde el norte; pero volvió a ser derrotado cuando intentó proseguir su avance en el Alto Perú (1813). Pese a ello, al comisionar a Ignacio Warnes para la misión de liberar a Santa Cruz de la Sierra, logró extender el área de territorio liberado. Las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, en territorio de la actual Bolivia, son consideradas por algunos como un fracaso determinante de la posterior separación entre Argentina y Bolivia. Tal secesión parece deberse sin embargo a causas más profundas, tal como el inexplicable desinterés del gobierno de Buenos Aires, que en una carta fechada el 9 de mayo de 1825 le responde al Mariscal Antonio José de Sucre "Es volun­tad del Congreso General y Constituyente que las provincias del Alto Perú queden en plena libertad para disponer de su suerte, según crean convenir mejor a sus intereses y a su felicidad".
El Dr. Belgrano también comandó campañas para liberar a la
Banda Oriental, cooperando directamente con José Gervasio Artigas en este cometido.
Injustamente cuestionado por el gobierno de Buenos Aires, se vio forzado a renunciar al mando militar y se puso a las órdenes del por entonces recién nombrado segundo comandante, el entonces Coronel
José de San Martín, fundamentalmente debido a las demoledoras derrotas sufridas en Vilcapugio y Ayohuma, además de encontrarse gravemente enfermo por afecciones contraídas durante sus extensas campañas militares (paludismo, tripanosomiasis).
Pese a encontrarse con un ejército material y anímicamente diezmado, San Martín reconoció en todo momento la gran labor libertadora desempeñada por Belgrano al frente de las terribles campañas del Alto Perú, profesándole en todo momento un gran respeto y admiración.
Belgrano le transfirió el mando de las tropas a San Martín en el encuentro de La
Posta de Yatasto, Salta, y luego siguió prestando servicios a la causa argentina en el plano diplomático. En 1814-15 viajó -con mucho riesgo para su vida, no solo por estar enfermo sino por ser considerado un "súbdito rebelde"- a Europa para negociar el reconocimiento de la independencia ante las potencias del Viejo Mundo, aunque sin obtener resultados.
Es en ese viaje que observó la feroz hostilidad de casi todos los gobiernos europeos de entonces a los estados republicanos o democráticos. Se trataba de la época de la "
Santa Alianza" en Europa. Esto explica que a su regreso de la misión en Europa haya propuesto, como San Martín y por idénticos motivos, un gobierno de transición que fuera del tipo monárquico constitucional. Su propuesta implicaba una monarquía casi nominal que ofrecía el trono a los descendientes de los Incas, y un gobierno efectivo de tipo parlamentario, con el objeto de lograr el pronto reconocimiento a nivel internacional de la independencia argentina. Esta propuesta fue ridiculizada por sus contemporáneos. Sin embargo, habría obedecido a un muy inteligente cálculo por parte de Belgrano: la oferta de la corona a los Incas buscaba atraer la adhesión de las poblaciones de las actuales zonas andinas de Bolivia, Perú y Ecuador al movimiento emancipatorio que se gestaba desde Argentina.
Es, con San Martín y
Bernardo de Monteagudo, uno de los principales promotores de la declaración definitiva de la independencia argentina en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816.




La creación de la Bandera Argentina
Es el creador de la
escarapela argentina, y de la Bandera Argentina, la cual enarboló por primera vez en Rosario a las orillas del río Paraná, ante las baterías de artillería que denominó "Libertad" e "Independencia", Monumento Histórico Nacional a la Bandera. Esta actitud le costó su primer enfrentamiento abierto con el gobierno centralista de Buenos Aires, personificado en las figuras de Bernardino Rivadavia y Carlos María de Alvear, de posturas netamente europeizantes y contrarrevolucionarias.
En cuanto a su elección de los colores de la bandera nacional argentina, tradicionalmente se ha dicho que se inspiró en los colores del cielo; esta versión es sin dudas válida aunque no excluyente de otras. Sin embargo, es muy probable que haya elegido los colores de la dinastía borbónica (el azul-celeste y el 'plata' o blanco) como una solución de compromiso: en sus momentos iniciales las
Provincias Unidas del Río de la Plata, para evitar el estatus de "rebelde" declararon que rechazaban la ocupación realista, aunque mantenían aún fidelidad a los Borbones. Por otra parte, Belgrano parece haber sido devoto de la Virgen de Luján, y otras advocaciones de la Virgen (de Chaguaya, de Itatí, del Valle, de Cotoca, y de Caacupé), cuyas vestes tradicionalmente son o han sido albiazulcelestes.
En el año
1938, por primera vez se celebró el Día de la Bandera en Argentina, eligiéndose el 20 de junio, día de la fecha de su fallecimiento.


Su muerte
Los últimos años de su vida los pasó combatiendo al frente del Ejército del Norte. Por sus victorias de Tucumán y Salta se le otorgó como premio una importantísima suma en monedas de oro; Belgrano, respondiendo que prefería ser un buen hijo de La Patria más que un padre de la misma expresó que el dinero de tal premio fuera dedicado para la construcción de escuelas públicas estatales y gratuitas en las ciudades de
Tarija (en la actual Bolivia), Jujuy, Salta, San Miguel de Tucumán y Santiago del Estero.
La muerte de Belgrano a causa de
hidropesía, ocurrió el 20 de junio de 1820, en momentos en que arreciaba la crisis política en la Capital (es el día recordado como Día de los tres gobernadores).
Murió en la pobreza y a pesar de que su familia fue una de las más acaudaladas del Río de La Plata antes de que Manuel Belgrano se comprometiera con la causa de la independencia.
Cumpliendo con su última voluntad su cadáver fue amortajado con el hábito de los dominicos y fue trasladado desde la casa paterna en la que murió (actual avenida Belgrano, nº 430) al
Convento de Santo Domingo, recibiendo sepultura en un atrio con tan solo una lápida de mármol que lo identificaba.
El 4 de septiembre de 1902, una comisión designada por el presidente de la Nación,
Julio Argentino Roca, procedió a exhumar los restos para trasladarlos a la urna que sería depositada en el monumento que se inauguraría en octubre de ese año en el mismo atrio de Santo Domingo. Dicho monumento se construyó por suscripción popular.
Levantada la lápida, se retiraron los huesos que fueron colocados en una bandeja de plata. Entre ellos se encontraron algunos dientes, uno de los cuales fue tomado por el ministro del interior, doctor
Joaquín V. González, y otro por el ministro de Guerra, coronel Pablo Ricchieri. Este hecho fue publicado y condenado por los principales diarios porteños y concluyó cuando el prior de Santo Domingo comentó, en cartas al diario La Prensa, que había recibido ambos dientes. El ministro González se había justificado ante el prior diciendo que se había llevado el diente para mostrarlo a sus amigos, y Ricchieri dijo que el lo retiró para presentarlo al señor general Bartolomé Mitre.


Manuel Belgrano y la educación
Manuel Belgrano fue uno de los próceres argentinos que más énfasis puso en impulsar la educación. Durante su estadia en España había elaborado un plan de acción, que en total abarcaba seis puntos. Uno de ellos estaba dedicado a la educación:
Política de educación:
"Antiguamente se halló en la política la máxima siguiente: ´Es bueno, mantener la gran masa del pueblo en la ignorancia, idea que aunque no fuera indigna del hombre, se opone directamente al verdadero interés del Soberano. (...)
Ése es uno de los objetivos más importantes del gobierno. Vasallos dichosos y Soberano poderoso, son los resultados del estado actual de las escuelas públicas, y de la educación lugareña, que después de mil ensayos, se han establecido en varias provincias de Alemania, Suecia, Inglaterra, etc.
Por este medio se logran en la gran masa de una nación costumbres sanas."

Al regresar de España con una sólida preparación en materia económica, mostró en su accionar la influencia que en él habían ejercido las nuevas ideas.
Ya como Secretario del Consulado, y por una real orden de erección de dicha institución (1794), tenía la obligación de presentar anualmente una memoria al cuerpo relatando las actividades realizadas. Sin embargo Belgrano las redacta puntualizando más lo que debiera hacerse que relatando lo efectuado. De esta manera alertaba a las autoridades sobre las necesidades de la colonia, adoctrinaba a sus paisanos y no despertaba sospechas de las autoridades.

En la primera memoria consular (1796), propone la creación de siete tipos de establecimientos educativos, a saber:
Una
Escuela de Comercio
La
Escuela de Náutica (creada en 1799)
La
Academia de Geometría y Dibujo (creada en 1799)
Escuelas agrícolas
Escuelas de hilanzas de lana y de algodón
Enseñanza primaria, gratuita y obligatoria en todo el reino
Escuelas para mujeres
En la primera memoria, fundamenta sus propuestas y su relevancia económica de muchas maneras:
Una de las causas a que atribuyo el poco producto de las tierra y el ningún adelantamiento del labrador (...) [es] porque no se mira a la agricultura como un arte que tenga necesidad de estudio, de reflexiones o de reglasNo se crea que es ajeno al ministerio eclesiástico el instruir y comunicar las luces sobre el cultivo de las tierras, artes, comercio, etc., pues el mejor medio de socorrer la mendicidad y miseria es prevenirla y atenderla en su origen.¿Cómo, pues, la pondremos [a la industria] en este estado [de riqueza]? Con unos buenos principios(...) Los buenos principios los adquirirá el artista en una escuela de dibujo que, sin duda, es el alma de las artes.A estas infelices (por los pobres) gentes que, acostumbradas a vivir en la ociosidad, como llevo expuesto, desde niños, les es muy penoso el trabajo en la edad adulta y [son] o resultan unos salteadores o mendigos; estados seguramente deplorables, que podían cortarse si se les diese auxilio desde la infancia, proporcionándoles una regular educación, que es el principio de donde resultan ya lo bienes ya los males de la sociedad.Uno de los principales medios que deben aceptar a este fin, son las escuelas gratuitas, donde pudiesen los infelices, [es decir, los pobres] mandar a sus hijos sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción: allí se les podría dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues un pueblo donde no reine éste, decae el comercio y toma lugar la miseria; las artes que producen abundancia que las multiplica después en recompensa, decaen; y todo, en una palabra, desaparece, cuando se abandona la industria, porque se cree no es de utilidad alguna.Igualmente se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñase doctrina cristiana, a leer, escribir, coser, bordar, etc., y principalmente, inspirándoles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad.La ciencia del comercio no se reduce a comprar por diez y vender por veinte, sus principios son más dignos. (...) Sea el primero [de los medios de fomento del comercio], una escuela titulada de comercio.Es forzoso se ponga igualmente, como medio de la protección del comercio, una escuela de náutica, sin cuyos principios nadie pudiese ser patrón de lancha en este río. (...) La utilidad y ventaja que proporcionará este establecimiento, aun para los que no quieren seguir la carrera de la navegación, no será bien ponderada jamás, ni yo puedo hacerla ver claramente.
Manuel Belgrano

En su memoria de 1797, sobre el cultivo de lino y el
cáñamo también hace numerosas referencias a la educación. En sí misma, ésta memoria puede ser considerada como un manual didáctico sobre agricultura, explicándose con suficiente nivel de detalle como para ser de utilidad práctica para el labrador. Relata el tipo de terreno apto para el cultivo del cáñamo, como deben ser las semillas para que sean aptas para el cultivo, la forma de sembrarlo, cultivarlo y procesarlo de modo que sea directamente utilizable en los telares.
En total, dedica tres memorias exclusivamente a fomentar la educación técnica, que son las siguientes:

16 de junio de 1800. "Utilidad, necesidad y medios de erigir un Aula de Comercio en general, donde se enseñe metódicamente y por Maestría, la ciencia del Comercio en todos sus ramos". Hasta la fecha, esta memoria no ha podido ser hallada.
14 de junio de 1802. "Establecimiento de fábricas de curtiembre". Ya hemos visto que en esta memoria la clave está en traer de Europa a maestros curtidores, o en enviar seis estudiantes a capacitarse en dicho oficio.
16 de junio de 1806. "Fomento de la Agricultura en Establecimientos de Sociedad y Escuelas de su enseñanza". En esta memoria, que ha llegado a nuestros días, Belgrano hace una defensa de la enseñanza de las Matemáticas, en todos los ramos del saber, mostrando su relación con la del progreso de la maquinarias y ligando el de la agricultura al de éstas.
En su memoria consular de 1802 dice, "sin enseñanza no hay adelantamientos" y "he clamado siempre por la escuela (...) como medios para la prosperidad del Estado, pero sus fondos adictos a una deuda contraída por este comercio en beneficio del erario, no han prestado margen para que pudiese disponer de ellos".

En 1809 Belgrano acepta la creación de un nuevo periódico (auspiciado por el entonces
virrey Cisneros que aparece a fines de enero de 1810 con el nombre de Correo de Comercio de Buenos Aires. Su objetivo principal era popularizar los sanos principios de la economía política y ocuparse de materias científicas y literarias, impulsando a través de esas publicaciones la Revolución, según afirma en su autobiografía. También expone acerca de los beneficios económicos que resultaría de una difusión de la educación. De los siete primeros artículos publicados en el semanario, tres de ellos corresponden al tema educación, siendo éstos los más extensos. En el primero, titulado "Educación" expresa:
"No es fácil corresponder en que ha podido consistir, ni en que consista el fundamento más sólido, la base, digámoslo así, y el origen verdadero de la felicidad pública, cual es la educación, se halla en un estado tan miserable, que aun en las mismas capitales se resienten a su falta. (...) A la falta de estos establecimientos debemos atribuir los horrores que observamos".

Llega a ligar el amor al trabajo, y las virtudes básicas de todo ciudadano con la educación primaria. Según su pensamiento, ninguna sociedad podía progresar si sus habitantes no tenían aprecio por el trabajo y esfuerzo, y eran virtuosos:
"¿Cómo, cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arregladas, que haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten los vicios y que el gobierno reciba el fruto de sus cuidados, si no hay enseñanza, y si la ignorancia va pasando de generación en generación con mayores y más grandes aumentos?"

Más adelante, en el mismo Correo de Comercio, vuelve a insistir en la formación de valores:
"¿Quién le ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia, el espíritu, y que estas cualidades son tan necesarias al hombre como la razón de la que preceden. Ruboricémosnos, pero digámoslo: nadie. (...) Nuestros lectores tal vez se fastidiarán con que le hablemos tanto de escuelas; pero que se convenzan de que existen en un país nuevo que necesita echar los fundamentos de su prosperidad perpetua y que aquéllos para ser sólidos y permanentes es preciso que se compongan de las virtudes morales y sociales, que sólo pueden imprimirse bien, presentando a la juventud buenos ejemplos."

Otorga a la educación primaria más importancia que a la universitaria, fundamentando su afirmación de la siguiente manera:
"Séanos lícito aventurar la proposición de que es más necesaria la atención de todas las autoridades, de todos los magistrado, y de todos los ciudadanos para los establecimientos de la enseñanza de niñas, que para fundar una Universidad. (...) Con la Universidad, habría aprendido algo de verdad nuestra juventud en medio de la jerga escolástica, y se habría aumentado el número de nuestros doctores, pero ¿equivale esto a lo que importa la enseñanza de las que mañana han de ser madres? (...) Es indudable que no, y para prueba, no hay más que trasladarse a donde hay Universidades, y no hay quién enseñe al bello sexo."

Debido a la importancia que asignaba a la educación es que se ocupa de ésta sea impartida del modo que él considera es el más adecuado y eficiente. Limita los castigos corporales que, en esa época, representaban un hábito muy arraigado en la sociedad. Elimina, en gran medida, la humillación pública del alumno incorregible, por considerar que era contraproducente e innecesaria.
Se ocupa también de señalar cómo debía ser la selección de los maestros, y de describir cuáles debían ser sus características principales. Los alumnos sólo tenían una oportunidad de recibir educación, y ésta debía ser la mejor disponible. La opinión de Belgrano al respecto es contundente, tanto cuando se refiere a la educación primaria como a la técnica o terciaria:
En relación a la educación primaria
"Si por desgracia una sola de éstas [, las maestras,] hay que sea de malas costumbres, ¿es dable hacer el cálculo de los males que pueden resultar a la sociedad? Porque desengañémosnos, el ejemplo... Si, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las buenas costumbres."

En relación a la educación terciaria o técnica
"Una especulación mal hecha puede traer consecuencias muy funestas al comercio de una provincia y de toda una nación. (...) ¡Qué de perjuicios para un país agricultor y comerciante! ¿Y qué modo de prevenirlos? La extensión de conocimientos, (...) que ni el labrador ni el comerciante ni el artista ignoren lo que les corresponde..."

En su primera memoria alertaba a sus oyentes sobre el tema de la elección de los maestros, cuando decía que "debía confiarse el cuidado de las escuelas gratuitas a aquellos hombres y mujeres que, por oposición, hubiesen mostrado su habilidad y cuya conducta fuese de público y notorio irreprensible".
Propone que el mecanismo de elección de los maestros esté basado en el mérito. Por ejemplo, en cuanto a la educación primaria escribió:
En relación a la educación primaria
"Artículo tercero: La provisión de escuelas se hará por oposición¨, y pasa a establecer con minuciosidad el procedimiento que la regularía. En el artículo siguiente, el cuarto, establece ¨Cada tres años podrá el ayuntamiento abrir nueva oposición, y convocar opositores si lo tuviese por convencimiento o hubiese proporción de mejorar el Maestro. El que ha servido o desempeñado la Escuela en igualdad de mérito y circunstancias deberá ser preferido".

En relación a la educación terciaria o técnica, en el Reglamento de la Escuela de Náutica, describía en detalle un mecanismo de oposición particular designado para elegir directores ella
.
El privilegio del maestro en actividad era el de conservar su puesto siempre y cuando sus aptitudes para el cargo no fueran superadas por otro maestro. La importancia que se da a los educadores puede verse en el artículo octavo del reglamento de las escuelas donadas en 1813, en el que indica que se le debería dar "asiento al maestro en cuerpo de Cabildo, reputándosele como Padre de la Patria"
.
En el artículo 18 del mismo reglamento se mencionan cuáles debían ser los caracteres del maestro, que amplia la lista que ya habíamos expuesto anteriormente:
"El maestro procurará con su conducta, y en todas sus expresiones y modos, inspirar a sus alumnos amor al orden, respeto a la Religión, consideración y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la virtud, y a otras ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, desapego del interés, desprecio de todo lo que diga a profusión y lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y un espíritu nacional que les haga preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de Americano que la de Extranjero".

Si se refiere en numerosas oportunidades a estas virtudes, sin duda es porque lo consideraba importante. Iniste Belgrano en los valores en numerosos ocasiones:
"Basta con que los maestros sean virtuosos y puedan con su ejemplo dar lecciones prácticas a la niñez y juventud y dirigirlos por el camino de la Santa Religión y del honor y pudiendo enseñar a leer bien, poco importa que su forma de letra no sea de lo mejor; suficiente con que se pueda entender.

"Porque desengañémosnos, el ejemplo... Si, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las buenas costumbres. Nada valen teorías, en vano las maestras explicarán y harán comprender a sus discípulas lo que es justicia, verdad, buena fe, etc., y todas las virtudes, si en la práctica las desmiente, ésta arrollará todo lo bueno, y será la conducta en los días ulteriores de la depravación...".

También se puede decir que Belgrano buscaba elevar la condición del maestro mediante el pago de sueldos dignos. Para asegurar la financiación de la educación, propone siempre la creación de fondos, para que los institutos tengan asegurados su financiamiento a perpetuidad. Su visión de largo plazo era insuperable.
Belgrano expone que el progreso económico depende del conocimiento técnico y de los valores de la sociedad. Haciendo referencia a los males que traería que los habitantes el que no estén suficientemente capacitados, pregunta: "¿Qué modo de prevenirlos? La extensión de conocimientos, la ilustración general, el que las luces se difundan por todos, que todos se instruyan, que adquieran ideas, que ni el labrador ni el comerciante ni el artista ignoren lo que les corresponde, que unos y otros procuren no apegarse tan íntimamente a los pensamientos de sus antepasados, los cuales sólo deben adoptarse cuando convienen y cuando no, desecharlos y abandonarlos: que lo fue útil en otro tiempo, hoy es perjudicial; las costumbres varían; los usos igualmente; y todo, de tiempo en tiempo, cambia, sin que en esto haya más misterio, que el de la vicisitud de las cosas humanas." La dirección que plantea es desde la razón hacia los usos y costumbres, y no a la inversa.





El periodista
Desde el Consulado aplaudió la aparición del periódico "Telégrafo Mercantil": ayudó a su fundación en 1801, donde difundió sus ideas revolucionarias. Como Secretario del Consulado protegió los órganos periodísticos publicados en el Río de la Plata. El 3 de marzo de 1810 apareció el periódico "Correo de Comercio", el cual dirigió. En sus páginas se observa la doctrina de Belgrano, es decir, la importancia de la educación en el país y de la mujer, entre otras cosas.


Predecesor:Juan Martín de Pueyrredón
General en Jefe del Ejército del Norte1812-1814
Sucesor:José de San Martín
Predecesor:Carlos María de Alvear
General en Jefe del Ejército del Norte1816-1819
Sucesor:Francisco Fernández de la Cruz